PELÍCULA: EL MILAGRO DE
ANNA SULLIVAN
La película El milagro
de Anna Sullivan es una joya cinematográfica y un testimonio valiosísimo sobre
educación y naturaleza del ser humano.
Rodada en el año 1962, narra
la historia basada en hechos reales de cómo la institutriz Anna Sullivan consigue
educar a la niña Helen Keller. La niña
quedó sordociega con apenas 19 meses y casi siete años después su
comportamiento se asemeja más al de un animal salvaje que al de una persona. La
familia, desbordada por la situación, decide (aún sin mucha confianza) gastar
su último cartucho para evitar el ingreso de la niña en un asilo psiquiátrico:
contratar a una institutriz en casa. Anna se encuentra con una niña que no ha
conseguido desarrollar un lenguaje que le permita acceder al conocimiento del
mundo ni al de ella misma. Vive en la ignorancia e incomunicación. Es una niña
que se mueve por necesidades primarias, la comunicación que ha podido entablar
con algunos familiares es muy rudimentaria y las conductas agresivas son
constantes. Nadie puede llevarla la contraria en sus acciones porque estalla
provocando situaciones muy violentas. La niña campa a sus anchas ante las
miradas compasivas y aterrorizadas de quienes la rodean. La institutriz enseguida
llega a la conclusión de que Helen es
así no por sus limitaciones sensoriales sino por la falta de una educación
adecuada. Anna está convencida de la capacidad para aprender de la niña y
decide poner en marcha sus acciones pedagógicas en contra de la opinión de la
familia. Anna es insobornable, cree en lo que hace y luchará por ello. La
primera herramienta “educativa” que utiliza es la fuerza pues parece ser que es
el único lenguaje que entiende la niña. Vamos a situarnos, hablamos del año
1887 aproximadamente. Hoy día sería impensable presenciar escenas como las
luchas cuerpo a cuerpo de ambas que más se identifican con la doma de algún
animal que con la educación de una niña “discapacitada”. Las cosas tenían que
cambiar pues una atención basada en la compasión y sin ninguna figura de
autoridad que liderara el proceso no había funcionado.
Según las categorías
establecidas por Octavi Fullat en su libro PAIDEIA yo diría que Anna Sullivan
practica una pedagogía mixta en función de la fase de desarrollo que se encuentra
Helen. Comienza con una pedagogía tradicional porque ella es la autoridad que
impone los valores y las normas y se basa en el conductismo ya que administra
premios o castigos dependiendo del comportamiento de su alumna y del resultado
que quiera obtener. Una vez que consigue la obediencia de Helen, que acepta a
Anna como su guía, Anna busca la liberación intelectual de la niña ya que vive
en el mundo de la incomprensión y la inconsciencia a través de rasgos de la
pedagogía activa y personalista. La institutriz tiene en cuenta las
características, necesidades y capacidades de su alumna. Necesita desarrollar
el lenguaje y sistema de comunicación eficaz y tiene que buscar la forma que se
adapte a su condición de sordociega por lo que su recurso educativo será a
través del tacto. Para Anna Sullivan lo importante es la niña y tendrá en
cuenta sus centros de interés (muñeca, paseos, etc..) para trabajar partiendo
de ellos. Anna aprovecha situaciones cotidianas como recursos didácticos ya que
le aportará una experiencia vital con un aprendizaje significativo. Anna
también dio un carácter lúdico a sus actividades para que Helen se pudiera
desarrollar a través del juego.
Quizás sea, para mí por lo menos, el ejemplo más claro de generosidad y amor que haya demostrado una maestra a su alumna, y más duradero pues ambas estuvieron juntas hasta la muerte de la institutriz muchísimos años después. Helen Keller accedió a estudios superiores y se dedicó al activismo político-social dando conferencias por todo el mundo y reuniones con personalidades relevantes. Nos dejó varios libros contando su experiencia.
Comentarios
Publicar un comentario